En el último disco que grabó con The Doors, ya se podía escuchar a un Jim Morrison despediéndose. Su voz, desgarrada por el alcohol y el tabaco, se escuchaba resignada, desesperada y quebrada, casi como anticipando la que sería su muerte unos meses después en París. Alfredo Lewin cuenta la historia del desenlace del cantante en este capítulo.